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Otro árbol que también destaca en el parque del Capricho es el roble. Ya sale a recibir al visitante y le conduce por el paseo central directamente al palacio (todavía en obras).
Siguiendo el itinerario propuesto en el folleto del parque o perdiéndose por sus caminos podemos contemplar preciosos ejemplares como el del fortín o el que guarda el camino junto al tejo y al joven ginkgo. Otros pasan más desapercibidos, aunque en otoño el colorido de sus hojas enseguida llama nuestra atención.
Efectivamente, el otoño convierte cada una de sus hojas en un lienzo de colores ocres, amarillos, verdes, marrones… formando en conjunto un paisaje difícilmente describible.
Los robles son árboles de tronco robusto, con ramas gruesas y hojas caedizas, más o menos lobuladas, que pueden permanecer secas un cierto tiempo sobre el árbol. Las maderas son apreciadísimas, fuertes y resistentes, y se utilizan preferentemente en la fabricación de muebles.
Son árboles empleados en ornamentación por su abundante follaje, que adquiere tonalidades decorativas en otoño, cuando las hojas se secan.
Pertenecen al género Quercus, que parece fue confirmado por Teofrasto, aunque el nombre ya había sido utilizado por Homero, Aristófanes, Virgilio, y otros autores. Al parecer proviene del vocablo griego kratós, poder, fuerza. A su vez tiene origen en el sánscrito karkara, duro, aplicado en sentido de dureza y fortaleza de su madera. También se dice que proviene del término latino querquerea, gravedad, pesadez, haciendo referencia al peso de sus maderas. Y hay quien afirma que se deriva de las lenguas celtas que utilizaban la palabra quercuez con el significado de árbol hermoso.
EL FORTÍN
En el Diccionario Geográfico y estadístico de España (1845), Madoz describe el Fortín como se detalla a continuación: «…hay un fuerte de figura triangular con baluartes, puentes estables y levadizo y foso de aguas que lo circunda. Este fuerte está guarnecido por 12 piezas de artillería de varios calibres con sus correspondientes arcas de municiones, con juegos de armas, asta, bandera y demás útiles de defensa y ornato». Se atribuye esta edificación a Martín López Aguado aunque por la fecha de construcción podría ser de su padre Antonio López Aguado.
La primera vez que se nombra la acutal batería o Fortín es en un inventario del mobiliario del jardín fechado en 1829: «Batería: una mesa de madera fina con filetito de embutido, 12 sillas con asientos de paja pintados y de blanco con rayas verdes y moradas, una garita con un soldado vestido y armado al natural, 12 cañones de bronce con sus cureñas». El soldado que aparece mencionado en este inventario ya se menciona en 1814 en una cuenta por «tierra, bolas y pólvora para el soldado».