Parque de la Fuente del Berro

ITINERARIO PROPUESTO

Entrando por la puerta que da a la calle de Enrique D’Almonte nos encontramos, en primer lugar, con una plaza circular con una fuente. Desde la misma, podemos observar de frente un extraordinario ejemplar de cedro del Atlas (1) (Cedros atiantica glauca), denominado así por presentar una tonalidad verde plateada característica en su follaje; es un árbol robusto que puede superar los 40 m. de altura, originario de la cordillera del Atlas en Marruecos y Argelia: se emplea en España como ornamental y localmente en repoblaciones no muy extensas, posee grandes piñas o estróbilos en forma de tonel.

A lo derecha observamos un curioso ejemplar de ciprés de Buçaco (3) (Cupressus lusitanica) árbol que, aun que por su nombre parece oriundo de Portugal, donde fue introducido hace 300 años, procede de Méjico, Guatemala y Costa Rica. Sus hojas son aguzadas dando un aspecto áspero a sus ramillas colgantes Sus frutos, en forma de piña, se caracterizan por poseer en el dorso de sus escamas prolongaciones en forma de cuerno, de color blanco-azulado cuando son jóvenes.

A la izquierda, nos encontramos con varios ejemplares de álamo blanco (2) (Populus alba), denominado así por la blancura de su corteza; puede llegar a medir hasta 20-25 m. Sus hojas son palmeadas, alternas y largamente pecioladas estando cubiertas por un fieltro blanquecino ceniciento. Es una especie autóctona de las riberas de los cursos de agua españoles, donde se asocia a fresnos, sauces y olmos.

Bordeando la fuente y siguiendo el itinerario, nos encontramos a la izquierda con un pequeño jardín donde se encuentra el monumento a Puskin, situado en una plazoleta rodeado de pies de laurel (4) (Lauros nobilis) recortados en forma elíptica. Su nombre parece derivar de la voz celta “lawr”: verde, siendo conocido tanto por el uso culinario de sus hojas como por el medicinal, ya que se utiliza corno tónico estomacal. Sus hojas tienen forma de lanza con borde entero y ondulado, y desprenden un aroma típico cuando son machacadas. Se utiliza como planta ornamental, y soporta bien la poda recortándose a menudo para formar setos y figuras.

Continuando con el itinerario observamos en el parterre izquierdo una sequoya gigante (5) (Sequoiadendron giganteum), también conocida como árbol del mamut, es originaria de California. El nombre de este género conmemora a Seequayah o Sequoiah, un indio de la tribu “cheeroquee”, que vivió entre 1770 y 1843 en Georgia y que inventó un alfabeto para el dialecto de su tribu. La sequoya es uno de los árboles más altos y longevos de todos los actuales, puede llegar a medir 100 m y la edad de muchos ejemplares oscila entre los 2.000 y 3.500 años. De porte cónico, con tronco recto y muy ancho en la base. Hubo un ejemplar, ya desaparecido, en el Porque Nacional de Yosemite, California, que tenía un túnel en su tronco por el que pasaba una carretera. Sus hojas son persistentes, escamosas, largas y dispuestas alrededor de las ramillas. Sus frutos son piñas terminales que maduran al segundo año. Se introdujo en los jardines de Europa a mediados del siglo XIX.

Avanzando en nuestro recorrido y en el parterre central observamos tres ejemplares de ciprés ó árbol de la vida (6) (Cupressus sempervirens). Arbol siempreverde que puede alcanzar hasta 35 m de altura, con tronco recto, de corteza pardo grisácea, del que surgen las ramas muy erguidas, formándose una copa alargada y estrecha con denso follaje. Sus hojas, de color verde oscuro, están reducidas a pequeñas escamitas cubriéndose unas a otras como las tejas en un tejado. Sus frutos son una pequeña piña redondeada con pocas escamas Es un árbol longevo, pudiendo llegar a vivir hasta 500 años. Es muy apreciada su madera, fácil de trabajar e imputrescible por lo que ha sido muy utilizado en la construcción naval, afirmándose quo con ella se construyó el Arco de Noé.

En el parterre derecho encontramos un ejemplar de castaño de Indias (7) (Aesculus hippocastaneum). Árbol oriundo de las regiones montañosas de Albania, norte de Grecia y Bulgaria, aunque cultivado por doquier. De corteza pardo rojiza o gris oscura que se rompe en largas placas. Hoja caduca y digitada, grande, de color verde intenso por el haz y tirando a amarillento por el envés. Flores grandes, blanco amarillentas y observables entre abril-mayo Su fruto es una gran castaña no comestible de color pardo os curo.

Seguimos avanzando. A la altura de las segundas escaleras y en el borde del seto externo derecho nos encontramos con un ejemplar de roble (8) (Quercus robur). Árbol autóctono, de la familia de las encinas y quejigos, distribuido ampliamente por la zona Norte de nuestra geografía. Su tronco es recto, con corteza resquebrajada longitudinalmente y de tonalidad parduzca en ejemplares viejos. Sus hojas son caedizas, grandes y lobulada de tonalidad verde intenso por el haz y más pálidas por el envés, Sus frutos son bellotas que cuelgan de largos rabillos. Su madera es muy utilizada para la construcción de barricas de vino y licores. Arbol de larga vida que puede superar el milenio.

Nos encaminamos ahora hacia la parte central del Parque. Bajando por las escaleras de piedra observamos que ese rodal está tapizado por hiedra rastrera (Hedera helix) que sirve de cobijo a pequeños mamíferos que habitan el Parque, como el ratón común.

En la pradera central es frecuente ver los mirlos (Turdus merula) característicos por su plumaje negro y pico amarillento, gorriones (Passer domesticus) y palomas (Colombo livia domestica).

Ya en la zona baja y en el parterre derecho observamos un gran pie de laurel. Más adelante vemos un hermoso ejemplar de tejo (9) (Taxus baccata). Es una planta muy venenosa, excepto la parte carnosa de su fruto, debido a un alcaloide llamado taxina, que actúa sobre el sistema nervioso. Cultivado corno ornamental desde muy antiguo, su madera ha sido aprovechada para numerosas aplicaciones debido a que es dura, resistente y compacta: los romanos fabricaban arcos, lanzas, instrumentos musicales, y algunos faraones la seleccionaron como la mejor madera para sus sarcófagos. Es un árbol resistente y muy vistoso, en otoño, cuando se encuentra con el fruto.

En el centro del porque, lugar obligatorio de parada y observación del entorno, presidido por una explanada con césped se pueden observar aislados algunos pies interesantes: otra sequoia gigante, acebo variegado (10) (Ilex aquifolium variegata) y boj variegado (11) (Buxus sempervirens variegata), denominados así por el color verde y amarillo de sus hojas expresión que se utiliza para todas las plantas que poseen dos coloraciones. Igual, se pueden observar numerosos gorriones, palomas, mirlos e incluso alguna urraca (Pica pica) todos ellos buscando alimento en el césped o comiendo algún resto dejado por los visitantes (migas de pan, pipas, etc).

Cabe destacar en el centro de este parterre y enrollado en uno farola un ejemplar de bignonia (12) (Bignonia kansi). Especie de la familia Bignoniáceas, plantas tropicales cuyo crecimiento es de tipo lianoide o trepador. Su copa, de forma apelotonada y formada por el enrollamiento de numerosas ramas, crea lugares de cobijo para diferentes especies de aves, como los gorriones, verdecillos (Serinus serinus) y palomas. También se pueden observar los rápidos vuelos de los vencejos (Apus apus)

con sus largas alas y sus característicos chillidos, avión común (Delichon urbica) que se distingue del anterior por su menor tamaño, su corta cola ahorquillada y su tonalidad blanca y negra, golondrinas (Hinindo rustica) cuyo carácter más distintivo en vuelo es su larga cola ahorquillada.

Seguimos el itinerario y antes de bajar las escaleras podemos observar en el parterre izquierdo varios pies de avellano (13) (Corvylus avellana) que destacan por su corteza lisa y parduzca así como por su floración característica, observable sólo entre los meses de febrero-marzo. Antes de abandonar la zona vemos a la derecha y en medio del camino, un buen ejemplar de plátano (14) (Platanus hispanica), con sus hojas palmeadas y escindidas en varios lóbulos y sus frutos colgantes en forma de bola (las célebres bolas “pica pica”.

Nos encaminamos ahora hacia la parte más baja del Parque, y bajando las escaleras observamos un bosquete con arbolillos de hoja verde intenso que en los meses de febrero-marzo desarrollan unas inflorescencias rojizas que dan lugar a unas flores blanco-amarillentas es el aligustre del Japón (15) (Ligustrum japonicum), árbol muy utilizado en parques y jardines por su gran valor ornamental. Cuando maduran las flores se transforman en unas bolitas de color azulado, los frutos, que tienen una gran importancia en la alimentación invernal de las aves del parque.

Más adelante encontramos un gingko o árbol de los escudos (16) (Gingko biloba). Este árbol es el único representante vivo de su grupo botánico, pudiendo considerarse como un auténtico fósil viviente ya que data de la era Mesozoica. Árbol de gran porte, puede alcanzar los 30-40 metros de altura, de hoja caduca. El nombre genérico procede del japonés ‘Ging-kyo”, que parece significar árbol que no tiene hojas en invierno. El científico Linneo añadió a su denominación el término “biloba’, por la tendencia de sus hojas a escindirse en dos lóbulos. En China y Japón se consideró planta sagrada, cultivándola en cementerios y templos, en los que aún persisten ejemplares milenarios, motivo por el que la especie ha podido sobrevivir hasta la actualidad. Este árbol tiene sexos separados encontrándonos pies masculinos y otros femeninos. El fruto es parecido a una ciruela de color amarillo y se caracteriza por su mal olor. La almendra que encierra el fruto es rica en hidratos de carbono y se utiliza como alimento en China y Japón.

Desde esta zona podemos apreciar otros pies de árboles que sin ser singulares, resultan de igual forma interesantes. Así merece la pena ser destacado un gran ejemplar de pino piñonero (17) (Pinus pinea), así como varios cipreses, álamos blancos y aligustre común (18) (Ligustrumvulgare).

Siguiendo el itinerario nos adentramos que la zona que linda con la Avenida de la Paz. Aquí para evitar el excesivo ruido que genera la circulación rodada que discurre por la M-30, se han dispuesto vallas antisonoras.

Desde esta posición se recomienda, antes de continuar con el itinerario, acercarse a los distintos pies de árboles dispuestos alrededor de la explanada de tierra, así como visitar los distintos roda les que representan a diferentes ecosistemas existentes en la Comunidad.

En esta zona están representados cuatro de los ecosistemas naturales existentes en la Comunidad de Madrid. El primer rodal (El) se corresponde con el encinar sobre arenas cuya flora más característica está compuesta por árboles como la encina, arbustos corno el madroño y la retama y matorrales de cantueso, tomillo y romero. En su estado natural este ecosistema acoge a una numerosa fauna como el águila imperial, la cigüeña negra, conejos, liebres, etc.

El ecosistema representado en el segundo rodal (E2) es un encinar sobre calizas, con especies arbóreas como la encina y el pino de Alepo, arbustivas como la coscoja y matorrales como romero y tomillos. La fauna principal que acoge este ecosistema está caracterizada por conejo, liebre, perdices, zorros, etc.

El tercer rodal (E3) representa a los sotos y riberas, que se desarrollan siempre cercanos a los cursos de agua. Aquí observamos árboles como fresnos, álamos blancos, chopos, alisos, sauces y tamarindos. La fauna asociada a este ecosistema en su estado natural es muy variada ya que combina los dos elementos principales de tierra y agua. Las especies principales son el pito real, multitud de pajarillos, la rata de agua y un sinfín más.

El cuarto rodal (E4) trata de representar un ecosistema de pinar con especies arbóreas como el pino piñonero y el alcornoque, arbustos como el madroño y matorrales como la jara pringosa el cantueso y el romero, En estado natural este ecosistema está caracterizado por especies corno el jabalí, el corzo, el conejo, liebre, zorros, ratones, topos y topillos, etc.

Resulta interesante subir hasta la confluencia de los caminos, tal y corno indica el itinerario, para observar tres pies de alcornoque (19) (Quercus suber), situados en el primer rodal que se corresponde con la nueva prolongación del parque. Árbol muy parecido a la encina, se distingue fácilmente por su corteza muy gruesa (más de 15 cm. de grosor), esponjosa y correosa, denominada corcho, siendo muy utilizada en numerosas industrias como fábricas de tapones, artes de pesca, aislantes, calzado, etc. Sus frutos, las bellotas, son utilizadas para la cría de cerdos.

Siguiendo nuestro itinerario, observaremos e interesante enebro de Siria (20) (Juniperus drupacea). Esta especie es originaria de los montes de Grecia, Asia Menor y Siria, hasta los l.700 metros de altitud. Es un árbol de porte piramidal con las hojas punzantes y verticiladas de tres en tres No es una especie frecuente en nuestros parques por lo que deberemos observarle con detenimiento.

En el parterre cercano al enebro le Siria, a la derecha, podemos ver dos bellos ejemplares de naranjo de los Osages (21) (Maclura pomifera). A pesar de su nombre, no es un naranjo ya que no pertenece ala familia de las moráceas. Osages, era el nombre de una tribu de indios norteamericanos próxima a los sioux, que utilizaban su madera para confeccionar sus arcos y que extraían de sus frutos, que maduran al final del verano, una tintura con la cual se pintaban la cara. El fruto, del tamaño de una naranja, no es comestible.

Un poco más adelante, localizarnos un magnifico ejemplar de cedro del Líbano (22) (Cedros líbani) que se diferencia del cedro del Atlas por tener sus ramas principales horizontales, formando pisos, cuyo extremo se levanta hacia arriba en forma de mano extendida.

Muy próximo a éste encontramos un arbusto de pequeñas dimensiones, es la abelia (23) (Abelia sinensis). Arbusto originario de Asia. Posee forma ovoidal y alcanza hasta 1,5 m de altura, siendo sus hojas caducas.

Desde esta misma posición y mas adelante se puede apreciar un grupo de olmos (24) (Ulmus minor), aparente mente libres de la gran plaga de grafiosis que los afecta en todo el continente europeo y que está acabando con la especie. Al lado del grupo de olmos, en un pequeño parterre, localizamos un pie de árbol del Amor (25) (Cercis siliquastrum), cuyo fruto, presente casi todo el año en sus ramas, es una legumbre mediana con forma irregular. Sus flores, de color rosa, nacen antes que las hojas, aun incluso en las ramas mas viejas. Sus flores pueden escabecharse y encurtir se como las alcaparras.

Volvamos nuestros pasos hacia las escaleras que bordean la cascada, desde ellas podremos apreciar a nuestra derecha pequeños arbustos de celindas y cidonias caracterizados por sus bellas flores. Mas adelante, casi al pie de la cascada, observarnos dos ejemplares de hayas rojas (26) (Fagus sylvatica purpurea) variedad de jardinería del haya, caracterizada por el color rojizo de sus hojas. Es un árbol originario de Europa y Asia Menor. Su nombre “Fagus” deriva del griego ‘fagos o phagos” que significa comilón, alusión a los hayucos, frutos del haya, muy nutritivos y de sabor dulce, muy parecido al de las avellanas, en la antigüedad su aceite se empleaba para el alumbrado.

Ascendiendo, llegamos a un pequeño mirador, observaremos detenidamente todo el entorno. Si permanecemos atentos podremos descubrir entre el follaje los movimientos de algunos pájaros corno el herrerillo común (Parus caeruleus), el carbonero común (Parus major) o el papamoscas cerrojillo (Ficedula hypoleuca), también aunque en lugares con menor espesura de la vegetación, podremos observar un pajarillo con el pecho completamente rrojo, es el petirrojo (Eriathacus rubecula).

Siguiendo nuestro recorrido, que ahora es de subida, nos encontramos con un gran ejemplar de acebo (27) Ulex aquifoliumj Observaremos su corteza lisa y de color verdoso, con hojas rígidas, coriáceas, rematadas en espinas en las ramas bajas, y sin ellas en las más altas. Su fruto es de color rojo vivo, del tamaño de un guisante, siendo ávida- merite buscado por muchas especies de pájaros. Antigua- mente utilizado conio planta ornamental en Navidad, ahora está protegido por su papel en la alimentación invernal de numerosas aves.

A ambos lados del acebo observamos dos saúcos (28) (Sambucus nigra). Más arriba y siguiendo el itinerario marcado, nos encontrarnos con varios setos ajardinados de boj (29) (Boxus sempervirens), planta muy apreciada por su madera noble, dura y resistente, con la que se fabricaban numerosos utensilios. Es un arbusto siempre verde, que en estado natural ocupo los claros de hayedos, pinares, robledales y quejigares.

A la altura del monumento a Bécquer y a su lado nos encontramos un hermoso ejemplar de madroño (30) (Arbutus unedo), característico por sus hojas verde intenso ligeramente aserradas en los bordes, su tronco pardo rojizo, las flores blanco amarillas y sus grandes frutos rojo anaranjados comestibles en otoño, con su jugo se obtiene un licor, Es el árbol representado en el escudo de Madrid. A su derecha, dos pies de mahonia (31) (Mahonia aquifolium) caracterizadas por sus hojas de color morado, semiespinosas en los bordes, y sus inflorescencias amarillo chillón. En el parterre paralelo a este y detrás de la estatua se vislumbra un bosquete extenso y continuo de acacia mimosa (32) (Acacia dealbata), árbol originario de Australia y Tasmania, el nombre de Acacia proviene del griego y significa agudo o espina, pero, en concreto, este tipo de acacia se distingue por carecer de ellas. Tiene forma esférica irregular, de follaje delicado. Sus hojas están compuestas de 30/40 foliolos en cada una de ellas de color verde grisáceo. Sus flores, que aparecen en invierno, tienen formia de bolitas de color amarillo, agrupadas en racimos al extremo de las ramillas. Es una planta rica en taninos por lo que se empleaba cola antigüedad para curtir pieles.

Antes de proseguir con nuestro recorrido, es necesario acercarse al puente que cruza la pequeña ría, desde donde se pueden observar los comederos instalados para los patos, entre ellos destaca el ánade real (Anas platyrhynchos).

Subiendo hacia la caseta del Palomar y a la altura del monumento a Enrique Iniesta, observamos un magnolio (33) (Magnolia grandiflora). Arbul originario de sureste de los Estados Unidos, caracterizado por sus grandes hojas, verdes por el haz y pardas por el envés, con flores grandes y vistosas de color blanco marfil y muy olorosas.

Al lado del magnolio, aunque en parterres separados, encontrarnos varios pies de árbol de Júpiter (34) (Lgerstroemia speciosa) árbol característico por su bella floración de color rosa por la mañana que se torna púrpura por la tarde; su madera era utilizada en la construcción naval por su. elevada resistencia.

A la altura del palomar observamos un ejemplar de chopo (35) (Populos nigra) y un poco mas adeante, en distintos parterres encontramos dos pies interesantes de durillo (36) (Viburnum tinus). Arbusto autóctono, cuya inflorescencia en forma de copa de color blanco rosáceo es muy llamativa. Con hojas durante todo el año, sus ramas son muy flexibles, derivando su nombre de la voz latina “viere” que significa atar. Planta muy utilizdda ornamentalmente por la duración de sus flores y frutos.

Antes de llegar a la puerta que nos conduce a la fuente del Berro encontrarnos un ejemplar muy viejo de sauce (37) (Salix alba), que aunque no es muy singular, llama la atención por el estado de su tronco, casi completamente hueco, aunque reverdece todas los primaveras. Esta zona es la preferida por los numerosos pavos reales (Pavo cristatus) que se reproducen en el Parque, al atardecer es frecuente observarlos encaramados a las ramas mas fuertes de los árboles les altos, donde duermen, así como escuchar su sorprendente grito, parecido a un maullido. Se pueden observar las diferencias entre los machos, con su larga y vistosa cola,, y las hembras que carecen de ella.

En esta pequeña plazuela lindante con la parte trasera de la Quinta observamos varios pies de olmo de inmenso porte, aunque en un estado deficiente y ya atacados irreversiblemente por la grafiosis. Desde este lugar, deberemos contemplar el entorno del Parque, que en algunas zonas como esta, se vuelve especialmente umbrosa, desarrollándose como planta tapizante la la vinca (Vinca minor), característica por sus sus flores violetas.

Finalmente como punto singular y final del itinerario recomendado, visitaremos la famosa fuente que dio nombre a este Parque, la Fuente del Berro, localizada inmediatamente después de la salida hacia la calle de Peñascales.