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El nombre latino de los pinos, Pinus, fue mantenido por Linneo y deriva, según algunos, del celta pin: montaña, por la facilidad con que algunas especies viven en ella. Según otros autores derivaría de pitu, nombre sánscrito del pino. El epíteto, pinea, es el nombre latino de la piña, y destaca la producción por esta especie de piñones comestibles, lo que constituye unos de los mayores aprovechamientos de este árbol

La corteza se desprende en gruesas placas que dejan al descubierto capas nuevas de color pardo-rojizo muy vivo. Las hojas aciculares miden de 1º a 20 centímetros de longitud. Las piñas tienen gran tamaño, con forma globosa, madurando a lo largo del tercer año para liberar los piñones en la primavera del cuarto año.

Se suelen recolectar las piñas en invierno y se tuestan o se conservan hasta la primavera para sacar el piñón con el calor del sol. Se consumen directamente o se emplean en confitería y en cocina para salsas y guisos. En medicina popular se usaron como balsámicas contra la tos. La corteza es rica en taninos y se ha empleado en Castilla para curtir cueros.

Tienen una importante acción protectora en los suelos arenosos fijando dunas y dando rendimiento forestal a terrenos nada productivos. En jardinería es apreciado por su porte elegante y su copa elevada y aparasolada. En la Quinta de la Fuente del Berro tenemos este importante ejemplar de gran porte. Se encuentra en el catálogo de Árboles Singulares del Ayuntamiento de Madrid.