La sabina de Sigueruelo o enebra (como la denominan los segovianos) se encuentra en en la Vereda del Cerro, en Sigueruelo, entre los kilómetros 140 y 141 de la carretera M-110, al lado de dicha carretera, pero la mejor forma de acceder a ella es desde el pueblo, siguiendo un camino señalizado.
Su nombre científico es Juniperus thurifera, y es conocida como sabina albar, enebro, trabina, tarabina o trabino. Se trata de una especie del género juniperus oriunda de los Alpes franceses, la Península Ibérica y el norte de África.
La sabina en España tiene sus núcleos principales en las montañas interiores del centro, norte y este, principalmente en las provincias de Guadalajara, Soria, Cuenca, Teruel, Segovia y Valencia.
Vista de las sabinas desde la carretera
En cuanto al nombre, Juniperus procede del latín iuniperus, que es el nombre del enebro y Thurifera, significa «productora de incienso», ya que su madera es muy aromática, de olor resinoso agradable, por lo que se ha quemado para este fin, produciendo un olor muy penetrante que al decir de las gentes ahuyenta a los insectos y hace huir a las serpientes.
Florece a partir de febrero y los frutos llamados gayubas maduran al segundo año.
José Antonio Labordeta le dedicó la canción que reproduzco a continuación:
La Sabina
Allí permanece quieta
igual que la soledad,
pasa el tiempo por sus ramas
y no las puede truncar.
Quieta,
altiva,
la sabina
testifica
que bajo ella
se agruparon
los anarquistas.
Soporta la ira del cierzo
igual que un barco a la mar
y bajo la densa niebla
es como un ángel guardián.
Cuando paso por su lado
me entran ganas de abrazar
el viejo y duro tronco
que la hace realidad.
Y allí permanece enhiesta
como un monegrino más
sabiendo, como ellos saben,
lo duro que es pelear.
También me parece muy interesante el texto que le dedica Susana Domínguez en Árboles Leyendas Vivas I.
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