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El pinar de San José se encuentra cerca del Monumento al Sagrado Corazón. Para llegar a él partimos de la glorieta del Trillo donde podemos admirar las famosas encinas y avanzamos en dirección al lugar donde antes se encontraba el kiosco de la Manzana. Un poco más allá. se empiezan a ver los impresionantes ejemplares de pinus pinea que configuran el pinar.
Luego, perderse por entre ellos. Y de vez en cuanto levantar la vista, pese al vértigo, y admirar cómo se recortan sobre el azul las ramas y hojas de la copa.
Alto, alto como un pino, dice la adivinanza infantil y nada más cierto.
En los pinares de Júcar
Vi bailar unas serranas,
Al son del agua en las piedras
Y al son del viento en las ramas.
No es blanco coro de ninfas
De las que aposentan el agua
O las que venera el bosque,
Seguidoras de Dïana:
Serranas eran de Cuenca,
Honor de aquella montaña,
Cuyo pie besan dos ríos
Por besar de ellas las plantas.
Alegres corros tejían,
Dándose las manos blancas
De amistad, quizá temiendo
No la truequen las mudanzas.
¡Qué bien bailan las serranas!
¡Qué bien bailan!l
En los pinares de la casa de campo también hay serranas. Pero para descubrirlas hay que tener paciencia y constancia. Es necesario insistir y pasear por sus mil caminos compartidos con personas y bicicletas. No todas son de Cuenca, pero tampoco vamos a ser tan exigentes.
La mayoría de los ejemplares del Pinar de San José tiene 150 años de vida, pudiendo llegar a alcanzar sus copas un diámetro de 18 metros.