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Junto a los fresnos, cerca del puente del ferrocarril, un plátano solitario marca la diferencia, al menos en altura, con el resto de los árboles.

El plátano de sombra es probablemente el árbol más extendido por la ciudad de Madrid. Lo encontramos en todas partes. Con su tronco alto y blanquecino (si no ha sido podado), con sus grandes hojas palmeadas y con sus típicos frutos en forma de dos bolitas del tradicional «pica-pica», ocupa aceras, caminos, jardines y parques de forma habitual. Está tan presente en nuestra ciudad que pasa desapercibido, sobre todo por no resultar excesivamente llamativo en ningún momento del año.

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Cuando alguien se interesa por él, escucha sorprendido e incrédulo su nombre, porque, entre nosotros, plátanos, lo que se dice plátanos, son los de Canarias. Hay que explicar entonces al interesado que el plátano de sombra es un árbol artificial, de origen incierto, que no aparece en estado natural, aunque se asilvestra con facilidad  y que es el resultado de un  cruce entre el plátano de oriente (Platanus orientalis), originario del sureste de Europa y suroeste de Asia, y el plátano de occidente (Platanus occidentalis), que proviene del este de Estados Unidos.  De ahí, otro de sus nombres: platanus hibrida.

SABER MÁS (La Gatera de la Villa)