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He vuelto a la olmeda de Rivas, ahora en primavera, y lo que mi imaginación preveía se vio ampliamente superado.
Las últimas lluvias (la noche anterior fue torrencial) han creado una pequeña selva donde se entremezclan cardos y malas hierbas, con brotes de un metro de nuevos árboles que, aunque probablemente no prosperaran todos, transmiten una sensación de bosque vivo y de futuro.
Las cigüeñas siguen animando con su presencia el lugar y mostrando sus dotes equilibristas
Esta última olmeda de Madrid vive en la finca protegida por la privacidad de la misma y por el río Manzanares. Dejémosla vivir lo más posible.