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LIQUIDAMBAR (Liquidambar styraciflua L.)

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El liquidámbar no es un árbol muy alto (unos 20 metros), aunque en el lugar del que procede puede alcanzar el doble de altura. Su crecimiento es más bien lento y puede alcanzar 300 años de edad.

El nombre genérico Liquidambar lo compuso Linneo del vocablo latino liquidus, líquido, y del árabe ambar, haciendo referencia a la resina aromática que exuda la corteza del Liquidambar orientalis. La denominación específica styraciflua procede de la resina denominada styrax y del verbo latino fluere, fluir.

Se extiende por de  América del Norte, desde Connecticut a Florida y Luisiana, a menudo en lugares pantanosos, y hasta las montañas del centro y sur de Méjico y Guatemala.

La primera noticia de este árbol se conoció en 1519 a través del naturalista español Hernández, enviado por Felipe II. Se sorprendió de la resina aromática que exudaba el árbol y escribió que era semejante al ámbar líquido, de aquí el nombre del árbol.

Fue el misionero John Banister quien trajo este árbol por primera vez a Europa y lo plantó en Londres hacia 1681, en los patios de Fulham Palace. Ya se cita en los Jardines de Aranjuez en 1808.

Es muy empleado como ornamental por la brillantez de su follaje, la forma cónica de su regular copa y su tronco recto, que lo dota de una fisonomía especial. Sin embargo su mayor atractivo lo adquiere en otoño, cuando desaparece el verde para convertirse en un dorado que vira a escarlata carmín mezclado de púrpura violáceo, a veces muy oscuro.

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