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Saliendo de Madrid en dirección al Pardo, nada más pasar el complejo deportivo de Somontes encontramos a la derecha una carretera que nos conduce a la Quinta del Pardo. En sus jardines podemos disfrutar viendo dos impresionantes secuoias y algunos pinsapos y cipreses que no le quedan a la zaga más que en el tamaño. Fuera del recinto de los jardines, un precisoso olivar ocupa toda la finca.

Las fotos pertenecen a la secuoia gigante (Sequoiadendron giganteum) que es el organismo vegetal más grande del mundo en términos de suma del volumen. SABER MÁS

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La Real Posesión de la Quinta del Duque de Arco es un ejemplo excepcional de las casas de campo que algunos aristócratas utilizaban para retirarse a las afueras de Madrid durante los siglos XVII y XVIII. El creador de ésta fue el Duque de Arco, Don Alonso Manrique de Lara, uno de los cortesanos más íntimos de Felipe V y quizá el que más tiempo pasaba con el Rey debido a su cargo de Caballerizo Mayor, responsable de organizar todas las cacerías y los viajes. En 1717 compró esta Quinta de Valrodrigo, y en los años siguientes creó sus huertas y jardín y su sencillo palacio, que sigue el modelo de La Zarzuela y conserva importantes papeles pintados fernandinos.

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Tras la muerte del Duque en 1737, su viuda cedió La Quinta a Felipe V, quien la incorporó al Real Sitio de El Pardo en 1745. Una perspectiva caballera, que entonces levantó por encargo del rey su arquitecto Francisco Carlier y que ahora se conserva en el propio palacio de la Quinta, nos permite conocer el aspecto original de la finca, caracterizado por una armoniosa relación entre el jardín y el cultivo agrícola, inmersos en el entorno natural del monte, sin que nada rompiese la continuidad visual entre estos tres ámbitos.

La mayor parte de sus ochenta fanegas de terreno, que ahora son olivares, estaba plantada con viñedos, mientras en los terrenos bajos de regadío había 926 frutales de diferentes especies que se han vuelto a introducir dentro de la restauración en curso; había además 116 naranjos cuya reimplantación se halla en proceso de estudio. 

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El jardín, que es lo más importante en La Quinta, fue diseñado por el francés Claude Trucher al parecer hacia 1726, y responde al mismo gusto formal que el de  La Granja de San Ildefonso, la gran creación de Felipe V por aquellos años. Sin embargo, la colocación del estanque de agua en el plano superior, la disposición en terrazas con abundantes esculturas (antaño) y el carácter ornamental de los parterres son rasgos respectivamente hispánicos, italianos y franceses: la curios combinación de todas estas características le otorga su singularidad y su especial valor dentro de la jardinería histórica en España.

El trazado original quedó desfigurado desde el último tercio del siglo XIX  por la plantación de grandes coníferas en el eje central durante el reinado de Amadeo, la degradación o sustitución de los dibujos de boj. El arrasamiento en 1940 del nivel inferior y la apertura en 1970 de una carretera que pasa sobre éste y rompe la continuidad entre la naturaleza ajardinada, la cultivada y la agreste del encinar.

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Desde 1994 el Servicio de Jardines, Parques y Montes del Patrimonio Nacional con la colaboración de la Escuela Taller de Jardinería y Medio Ambiente de El Pardo ha acometido una recuperación integral, abordando la plantación de los frutales de la Vega, la reposición de las marras de olivo y la restauración del jardín, tanto en vegetación como en mobiliario e infraestructuras, siempre según las pautas dadas por la documentación histórica, y en especial la aportada por el citado plano de Carlier.

El jardín, que desde 1745 ha formado parte de la Corona, hoy Patrimonio Nacional, fue declarado monumento nacional en 1935.  (TEXTO DEL CARTEL DEL JARDÍN)

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