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Platanus x hispanica

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Los cuatro plátanos de sombra se encuentran escoltando el monumento que a los hermanos Álvarez Quintero se erigió en el  parque del Retiro en 1934. El monumento está en la Avenida de Colombia y fue realizado en piedra, mármol y bronce con unas medidas de 6,10 x 14,00 x 8,50 m, la figura femenina 2,06 m. de altura y el jinete andaluz 2,75 x 1,53 x 2,53 m. El monumento fue encargado al escultor Lorenzo Coullaut-Valera pero tras la muerte de éste en el año 1932, su hijo terminó el conjunto realizando la figura del jinete.

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Este árbol procede del cruce del plátano de oriente (Platanus orientalis), originario del sureste de Europa y suroeste de Asia, y del plátano de occidente (Platanus occidentalis), que proviene del este de Estados Unidos. Al parecer esta hibridación tuvo lugar antes del siglo XVII, según algunos autores en Inglaterra, en el Jardín Botánico de Oxford, y para otros en España, en los Jardines de Aranjuez.

El plátano prefiere situaciones soleadas y cálidas. Es poco exigente en cuanto a la naturaleza mineralógica del suelo, pero sin embargo le gustan los terrenos profundos, fértiles y frescos.  Soporta los ambientes más o menos contaminados de las grandes urbes. Tiene crecimiento rápido, pudiendo crecer hasta 1 m por año. Puede vivir varios siglos. Es muy empleado como ornamental, tanto por su atractivo tronco como por su abundante follaje, que proporciona una sombra intensa, fresca y agradable.

El nombre genérico Platanus procede del vocablo griego platys, ancho, aludiendo a las dimensiones de sus hojas. La denominación específica hispanica hace referencia a que los ingleses le denominaban plátano de España, pensando que este híbrido procedía de nuestra península, quizás de los jardines de Aranjuez. Modernamente algunos autores se inclinan por volver a denominarle específicamente como Platanus orientalis var. acerifolia, pero preferimos mantener la anterior nomenclatura, por ser más española.

Es un árbol ampliamente plantado desde tiempos antiguos en el ámbito madrileño, destacando los que permanecen en los laterales de la carretera de El Pardo, próximos a los viveros de la Villa. Seguramente son los más antiguos de Madrid, que perduran como testigos de un mayor número existente con anterioridad y que han sobrevivido después de las sucesivas remodelaciones de la carretera.