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Una nueva visita a los Jardines del Campo del Moro me permite recorrer con más tranquilidad sus caminos. Sorprende la tranquilidad «real» que se respira en el parque así como la escasa presencia de paseantes. Esto quizá sea debido a que el único acceso se encuentra en la parte más lejana del palacio y es necesario rodearlo completamente para poder entrar. Podría ser buena idea permitir la entrada también desde la Cuesta de la Vega.
Entre la variedad de especies existentes me interesan especialmente los tejos y en el parque hay muchos, más o menos domesticados (una estimación por encima me permite pensar en un número entre 10 y 20 ejemplares aunque seguro que en algún sitio estará reflejado el número exacto).
Sirvan estos de muestra.
«En estas pláticas iban, cuando vieron que, por la quiebra que dos altas montañas hacían, bajaban hasta veinte pastores, todos con pellicos de negra lana vestidos, y coronados con guirnaldas, que, a lo que después pareció, eran cuál de tejo y cuál de ciprés. Entre seis de ellos traían unas andas, cubiertas de mucha diversidad de flores y de ramos, lo cual visto por uno de los cabreros, dijo: «Aquellos que allí vienen son los que traen el cuerpo de Grisóstomo, y el pie de aquella montaña es el lugar donde él mandó que le enterrasen.»
(CERVANTES: El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, parte I, cap. XIII, 1605)