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Bueno, bueno, no vamos a presumir. Digamos más bien madroño de nuestra casa (somos unos 100).

Es una suerte poder disfrutar en la casa de uno con la vista de estos frutos y estas flores del árbol de la ciudad, o al menos de su escudo (el madroño es uno de los poco árboles que presenta el fruto y la flor al mismo tiempo). Es una suerte poder contemplar igualmente otros árboles y arbustos en el «patio de mi casa» que como todos los patios es particular. También tenemos algunas estupendas hayas a las que parece no irles mál.

No podemos decir lo mismo del madroño. Las fotos son engañosas. En realidad el arbolillo está muy maltratado y prácticamente asfixiado por otros arbustos cercanos y por la acción poco consciente de los humanos que le rodean. En fin: más de lo mismo.

Por lo menos este otoño esta glorioso.

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