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Foto de R.Ruig

Foto de R.Ruig

Pocos olmos quedan en Madrid. Pocos olmos quedan, punto. “C’est la vie”, que dirían los franceses.

Los olmos de los pueblos castellanos que con su presencia han acompañado durante siglos a los habitantes y han cobijado conversaciones variadas en las diferentes plazas han quedado reducidos a pocas unidades (no me atrevo ni siquiera a decir pocas decenas).

La olma de Guadarrama, junto con el olmo de Nuevo Baztán, y otros pocos, resisten con resignación el paso del tiempo y de las personas y de los coches, y…, conservan la admiración de los que empequeñecemos a su lado.

Ha sobrevivido mostrándose inmune a la terrible enfermedad que ha acabado con cerca del 90% del resto de sus congéneres. Mantiene en alto la esperanza de poder encontrar la adecuada “vacuna” para frenar la enfermedad. Los científicos están en ello.

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