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El Parque del Capricho fue el capricho de la Duquesa de Osuna (doña María Josefa Alfonso Pimentel) que allá por 1787 decidió construirse un palacio rodeado de árboles, arbustos, jardines, estanques y demás, donde residir y reunirse con las damas y “damos” propios de su alcurnia.

Situado entre Canillejas y la Alameda de Osuna, pegado a la avenida de Logroño, fue incorporado al patrimonio madrileño en 1974 y hoy en día, tras largos años de rehabilitación, puede ser disfrutado por el común de los mortales (permítaseme la ironía, aunque bien cierto es que este origen es común a la mayoría de los parques actuales de nuestra ciudad).

Entre las muchas especies que se pueden encontrar en los innumerables paseos, rincones del parque he elegido este cedro, próximo al palacio, por su peculiar forma provocada, indudablemente por su capacidad de adaptación al paso del tiempo.

Perderse por este lugar es fácil y muy conveniente. Si así lo hacéis, podréis descubrir, entre otras maravillas, precioso roble que aparece en esta foto.